Voy escribiendo notas, en el paso de este tiempo, y ahora intentando unirlas me parece una difícil tarea. Hoy me sumerjo en ella aunque sea de forma breve.
A la pregunta «¿Qué proceso se ha desencadenado en tí con este trabajo?», tengo una respuesta clara.
Dejar que aparezca mi verdadero yo. Dejarme ser libre. Creo qu ea mi proceso bien podría aplicar la frase de Helena «lo que quieres llegar a ser, es aquello que ya eres».
Estoy descubriendo al profundizar en este arte de la consciencia, que el comienzo para mí fue en mi tierna infancia. Estoy rememorando experiencias vividas en ese entonces.
La vida en contacto con la naturaleza y el no tener la constante vigilancia de un adulto me permiten sentir y florecer. Cuando la espontaneidad infantil se diluyó, las emociones, sensaciones se quedaron como un tesoro en mi interior y mucho tiempo después (años) un día descubrí que mi mundo interior era inmenso y no se relacionaba con el exterior.
He vivido entre dos mundos, por momentos difíciles de compaginar. Lo que sentía no encajaba con lo que hacía y me ha dejado conflictos internos. Hasta ahora no había encontrado con quién compartir esas «intimidades sensoriales» sin ser centro de alguna burla o reproche.
Los miedos, la vergüenza, la desvalorización personal hacen que me esconda en mí misma. Pero hoy en día veo que esto sucedió por algo. Tenía que llegar hasta aquí para reencontrarme con mi verdadera naturaleza.
El volver a experimentar esas sensaciones vividas en la infancia me hace sentir bien, feliz. Y es curioso porque esa felicidad que llevo años buscando en el exterior, en las personas, en las cosas… en realidad está dentro de mi y siento que solo depende de mí.
P.A.